
Y si hablara...
El espejo nunca mostró su rostro. Ni nunca habló. En su pecho danzaba el reflejo de las personas que entre chistes iba y venía.
El espejo hablaba muy bajo, y nadie lo oía. Esperaba con impaciencia que la gente le diera una utilidad, en algún momento del día... atravezaba cada segundo que se arrastraba cruelmente cargado de una vieja soledad que retornaba, y escupía en sus manos invisibles.
El espejo no dice palabra alguna, se resigna a dejarse vencer por la majestuosidad del gentío, esa masa de gente que corre en torno a él, ignorando su presencia y cada vez ignorando sus gritos...
Un dia el espejo se comenzó a trizar de vejez y cansancio. Él estaba cansado de no hacer nada, de no charlar y no hallar ningún otro espejo con el cual compartir sus extravagancias... entonces comenzó a desintegrarse, como arena, como un polvo que debe ser barrido... El espejo estaba cansado de no decir, y de crecer entre el gentío imperante.
O ellos eran extraplanetarios, o él era un extraterrestre. (Que dejó que su cuerpo se convirtiera en algo mucho más frágil que la cordura...
...un día la cordura desapareció, y el silencio se hizo tan insignificativamente enorme en su propio mundo)
 
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