¡Bienvenid@ al blog MENOS visitado de internet!

Usté es el visitante numero chorromil cero uno poto

agosto 17, 2009

Historias de sopaipilla

A quién se le habrá ocurrido freir trozos de masa con forma de platito? (sonó una cosa en la cocina ire a ver :S) ... (No era nada, un cuquito xD).
Otra vez.
A quién se le habrá ocurrido freir trozos de masa con forma de platito? (Suena la tetera :b). (ya).
De nueo.

A quién se la habrá ocurrido la genial idea de freír trozos de masa con forma de platito?. Debió haber sido una de esas señoras que no tenían idea qué cocinarse para ver las teleseries venezolanas de la tarde, o el Aló Eli, y agarraron un montón de harina, la hicieron mezcla con Agua y Sal, le hecharon zapallo y de resultado: una pasta naranjosa extraña que más valía botarla.
Pero no, esta señora con canas, cachirulos quizás, empezó a cortar pedazitos de esta masa zapallosa anaranjada con algun coso redondo (llámese vaso, bol, molde, o en su defecto, florero) mirando la escena cuando Juan Patricio del Valle se metía a la laguna sexymente con todas sus calugas al aire esperando que doña Patricia caiga en su trampa. Y cuando se iban a comerciales, la señora agarró todas sus extrañas piezas masosas y dudó si hecharlas al freezer o freírlas en un sartén. Si no fuera por la pasión que tenía esta dama por la fritangas, hoy no disfrutaríamos estas cosas tan deliciosamente raras que se hacen llamar SOPAIPILLAS. El origen del nombre sopaipilla viene de que la señora que creó este grasoso alimento estaba pensando en ese momento entre prepararse una Sopa, u otra cosa, y finalmente se decidió por un experimento. Por eso quedó como Sopaipilla, del español Sopa y Pilla (de vieja pilla, copuchenta y experimentalmente loca).

No mentira, la verdad no sé quién inventó la sopaipilla, y puedo asegurar que en la época en la cual se inventaron no existían ni las teleseries, ni Eliana de Caso, ni los esquimales, la cueca y los dinosaurios.

Resulta que hoy, me venía de vuelta a mi casa silbando canciones de películas italianas, y a lo lejos veo un carrito de Cabritas (palomitas de maíz). Entonces saqué una moneda de $100 y corrí hasta donde la señora que vendía. Y al llegar, me doy cuenta que no vendía cabritas, sino que vendía sopaipas. Alzé mi monedita y la viejuja ni me miró, es más, tube que golpear el borde de su carrito para que me tomara en cuenta.
"Una"- Le dije, intentando contagiarle una sonrisa. Pero no me respondió, e hizo un gesto con su dedo anular hacia un tarrito blanco, expresando que yo debía hechar mi moneda allí.
Ignoré su ignorar, y pagué en aquel tarrito.
Mientras preparaba la sopaipilla, me puse a observar el resto de sopaipas ya freídas que guardaba a un lado, y entonces se me quitaron mis antojos de comer algo. (La verdad yo quería cabritas, pero compré Sopaipilla por inercia).
Es que, sus sopaipillas eran feas, eran delgadísimas, todas dobladas y pálidas, parecían ser pedazos de cartón corrugado untados en leche. Sin embargo, cedí a tomar la sopaipilla comprada (sólo, y tan sólo por que se me ocurrió poner mi monedita en aquel tacho).
Y me la comí, y era mala. No tenía sabor a sopaipilla, me dieron ganas de volver y decirle a la vieja -OYE TUS SOPAIPILLAS TE QUEDAN MALAS.
Pero no lo hice.
Al contrario, me fuí caminando, algo decepcionado, pero pensando en un postulado que explicaría el mal aspecto y sabor de la sopaipa: La señora atendía mal, y no miraba a sus clientes. Yo creo que si las hubiese freído con amor, sería mucho mejor. Pero no, las cocinó con odio, con aberración hacia la gente que le compraba... tal vez había tenido un mal día, pero es que uno no tiene la culpa.
Si ella intentó amargar mi día, falló. Me comí la paupérrima sopaipa y seguí caminando y buscando hojitas secas para pisar.


Otra cosa que una vez me sucedió con sopaipillas, fué hace tiempo, que fuí a una exposición de fotografía a la Telefónica. Pasé casi toda la tarde rondando por esos pasillos mirando y descubriendo obras artísticas nuevas, maravilladamente maravillado. Y cuando salí del edificio, me dí cuenta que estaba anocheciendo, y peor: tenía hambre y mi estómago reclamaba comidita.
No tenía más dinero que el dinero para tomar el metro y volver a mi casa, y unos cien pesos que me sobraban.
Entonces me dediqué a buscar alguna cosa baratilla por ahí para comer, y contré a un señor guatón con bigote sentado en un piso de fierro, que vendía sopaipillas.
Decidí no mirar la higiene de sus manos, la verdad me dió lo mismo, el hambre superaba mis más mínimos escrúpulos con respecto a cómo habría cocinado esas cosas.
Gasté mi monedita vieja en una sopaipilla gigantezca, contundente y bella, y decidí agarrar el tarrito rojo de Ketchup para acompañar la mi sopaipa (Cosa que extraña vez hago, casi siempre me las como así nomás). Y todo happymente felíz rellené todo el centro y los contornos de mi fritanga, y me fuí cantando una canción que hoy no recuerdo cual era.
Triste fué mi primera mascá, cuando me dí cuenta que lo que le había hechado a mi sopaipilla era Ají, y no ketchup. Y me picó la lengua a más no poder, creo haber visto escamas en mis manos y tambien creo haber tirado fuego por la boca.
Entonces empezé a cortar con la mano los trozos sin Ají de mi sopaipa, y me los comí.
Cuando de la sopaipilla no quedó más que una figura abstracta llena de coso rojo con aroma a picante, caminé disimuladamente y la dejé caer a una rejilla llena de agua cochina (No había basurero, lo busqué).

Me acuerdo una vez que me compré un helado enorme. E iba caminando enteramente felíz por la calle, y derrepente enfrente mío aparece un flaite que había salido en la tele, que se drogaba con parafina, y me pidió helado, con su típico acento flaitongo:
-Oe guacho ta terrible rico el ice cream, date helao?
-Yo me compré un helado o.o
-Oe pasa helao po compare rajate
-...
-Yapo no seai cagao date el helao

Entonces extendí mi mano lo suficientemente cerca de él, entregándoselo.
Y cuando él tubo mi heladito entre sus manos, apreté el cono de barquillo, rompiéndolo y manchando toda su polera flaite que seguramente le costó 50 lucas en un robo. Luego huí orgulloso de mi venganza en contra del ladrón de helados.
Dudo que esa mancha haya salido, a no ser que haya usado Vanish poder O2 o algo así.

Pero en fin eso no tiene nada que ver con sopaipillas. Simplemente quería comentarlo.

Esas han sido mis historias de sopiapilla, seguramente tengo más pero no las recuerdo...
...Odio las sopaipillas, sin embargo a veces acompañan bien un libro de terror.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La wea fome!! pésimo escritor, ñoño y cursi. Pa novelas rosa estarías perfecto.