Sabes qué, Rêve... tengo que contarte algo.
Es que es raro que las cosas transcurran así, se siente raro hacer esto, se siente lindo, bello pero... enmudecer es lo peor, y aún sabiendo que estás enfermo y no puedes levantarte de tu cama, caminas y te enfrías las patas y te sigues enfermando... Dejas que toda la temperatura de tu cuerpo se vuelva loca y te conviertas en una cosa rara caminante... o que apenas puede arrastrar sus pies, como si fueran de papel, por cada equina de tu casa... No sientes tu olor, está todo vacío, enfermo, todo enferma junto a tí (Suena en tu cabeza; Mi casa se vuelve a caer... mis flores se mueren de pena... mis lágrimas son charquitos que caen a mis pies...).
Y si hay un trozo de calma en tu corazón es saber que la única razón de liberación que tienes está allí, esperando, manteniendo su sonrisa encendida a pesar de los enormes lapsos de silencio... tienes ganas de agradecer, pero no sabes cómo hacerlo, no sabes cómo hablar... se te olvidó tu idioma, olvidaste cómo mover tu lengua, articulas tus labios pero... ninguna voz ni grito ni susurro se atreve a escapar... Hay una sombra que te cubre, la misma de ayer, la que te insulta, la que te grita, la que te escupe...
Sabes que tus rodillas se separarán del suelo, tus manos extendidas sacudirán la tierra de tus heridas y esperarás... a que la gorda amarilla se vuelva a sonreír, arriba de todos, arriba de las sombras de tu voz, gastada, felíz...
Rêve, tengo que confesarte algo... Se siente raro, extraño, tanta alegría no es para tí... no la conoces con profundidad, ¿Estás acostumbrado a vivir atrás del coreto?... ¿Continuarás limpiando el escenario luego de las obras?... ¿Por qué temes sonreír?