Mi amiga Flan

La Francisca siempre pensó que yo no confiaba en ella. Pero a veces sentía ganas de contarle todo lo que pasaba, por que sabía que me entendería, y guardaría mis palabras como un diario secreto. Hablamos algunas veces, quizás fueron pocas, tal vez por eso ella pensaba que yo no confiaba lo suficiente en su persona, pero no era así, si hoy pudiese hablarle a alguien sobre el tornado de hueás que han pasado por mi cabeza y desordenado mis pelos, sería a la Francisca, si, amiga piola, buena amiga. Ella confió en mí muchas veces, yo también sé que puedo confiar mis palabras en sus oídos de niña-pequeña-maternal, se siente como si ella fuese una especie de viejo pascuero que regala sonrisas, regala tranquilidad cuando se concentra a escuchar...