Soy una esquina de tu sonrisa, que se extiende minuciosamente queriendo alcanzar tu mejilla. Arrugo tu nariz y soy un borde de tu rubor que arroja tus lágrimas en otra dirección. Ahora sonríes y en esa sonrisa vivo, sin esfuerzo pero feliz de verte feliz. Soy la piel que en tus labios se estira y brilla al mirar el sol. Soy el arco de tu mirada recompuesta, el brillo de tus ojos resurgidos de la pena. Soy eso, una pequeña ínfima semicorchea de tu risa que ilumina la noche, la última palabra del chiste resonando en tus oídos. Soy un recuerdo y con fuerza impacto a tu pecho, de forma repetitiva e insistente se cuela en aquel escondite de tu boca, que te hace volver a sonreír. Y aquel es el motivo, la misión de esta vida. Ser tan sólo un motivo para que pienses que el día es hermoso. Mi misión es ser aquel sabor, aquel aroma, ese recuerdo tan gracioso y tierno que nunca, nunca te hará llorar.
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