
¡Mira!. Se me escapó un suspiro.
Es que uno no piensa en exhalarlo cuando sucede... tan sólo se escapa y viaja hasta el confín de la tierra.
El camino es largo, hace frío y está oscuro, más aún cuando la pequeña bolita de aire se desprende de los últimos espacios de ciudad y llega hasta las zonas rurales que separan tu casa de la mía.
El suspiro es ciego, lo es cuando nota la ausencia de postes de luz entre los cerros y pequeños bosques del camino: se desliza y juega entre cada rama y hoja; acaricia las hojas de las copas y desliza su pecho por el oscuro reflejo del cielo por las lagunillas.
Mira, nada más... se me escapó un suspiro, y en estos momentos viaja bajo la estelar mancha de la vía láctea, percibiendo cada vez más cercano el aroma de tus labios, y ansiando más y más el anidar en tu pecho.
La bolita de aire divisa a lo lejos un pueblo.
La pequeña bolita de aire cruza en silencio por sobre los techos de las casas y se cuela en tu jardín; entra en tu habitación e impacta contra tu boca...
...el suspiro se asemeja a un mar excitado azotando su voz contra las empedradas costas.
...Y es así como respiro.
 
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