Cicatriz del último vuelo

Kyle Thompson© Sin título (2013)

Levantó luego su mirada al horizonte un poco más allá de la frágil cordillera y se fugó cual Hermes pisoteando el aire y saltando de ventisca en ventisca. Se aferró también al viaje de las golondrinas quienes lo invitaron a dormir en su nido, pero él no pudo esperar más. Tendría que llegar luego para hallarse gobernado por la fantasía - más lejana que el sueño pero no más distante que la utopía. Sobrevoló los pueblitos protegidos por las montañas áridas, se deslizó entre las rocas y nubes, confundiendo su cuerpo con los últimos rayos del sol que incendiaron sus alas y lo hicieron desplomar sobre su destino. Hubo llegado a su tierra, al vientre imperfecto de su amada que besó hasta el cansancio. Aquella noche la mordió impacientemente, la acarició como a un piano nuevo - creando melodías dulces desde sus piernas y pechos. Transcurrió la noche impregnado a su piel de aurora boreal, y aún con sus alas quemadas, intentó tomarla y llevarla a volar a la lejanía incierta. Pero sus plumas ya eran cenizas y sus cansados brazos le obligaron a descender, y dejarla dormir. Resignado se acurrucó entre sus pechos. Y al salir el sol, él ya se había convertido en una dulce cicatriz pendiente de su cuello. Nada más de su cuerpo yacía sobre ella: tan sólo una herida de luna creciente sobre su corazón.