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marzo 19, 2017

Pausa a los 57 segundos

Quisiera percibir la magia del presente tal cómo la reconozco en trozos del pasado, y maldigo la incapacidad de poder viajar en el tiempo y tomar nuevos rumbos, y dejar la escoba cuando debí dejarla, y ser fantástico. Tal vez así es la nostalgia: darse cuenta de la inmadurez ya transcurrido el tiempo, y arrepentirse de lo que no se hizo, de encontrarse tan imbécil en cada inocencia. "Date vuelta, hueón, mírala", y hasta hoy, imbécil, ¿de qué huyes?, Me pongo de acuerdo conmigo mismo y luego no, da lástima el ver que ya no se puede hacer, qué ganas de controlar a los sujetos de los videos y de las fotos y armar una historia coherente con un sueño alegre. De pronto recuerdo otras instancias de ese mismo tiempo, ¿acaso alguien me salvó la vida?, ¿por qué sucedieron así las cosas?. El corazón de uno se queda congelado en determinadas situaciones temporales y uno se vuelve incapaz de disfrutar el momento actual, cosa de la cual de todas maneras me arrepentiré años después, hoy soy el huevón del pasado visto desde el futuro. Pero abro capturas del pasado y me percato de detalles omitidos: en las fotos puedo ver a ratos, a mis espaldas, en un viaje en el tiempo donde mi alma está afuera de mi yo del pasado y ese yo antiguo es tan ciego y sordo como el yo del presente ante los detalles que no logro ver. La vida tiene sólo un curso y los detalles decantan por mi cerebro como lodo despacio que arrasa a bofetadas con la noción del día a días ya idos. Recuerdo un rostro pálido que se tornaba colorado al tropezar sus pensamientos y planes de atajarme en el vuelo, lo que incluso hoy no puedo interpretar como bueno o malo, sin embargo, en un momento de mi vida obtuve plumaje y habilidad voladora, y mi horizonte se tornó atractivo y ella ya no me pudo atrapar, por el momento. Ese rostro de capilares avergonzados se asoma en registros grabados por no sé quién, me observa con miradas que interpreto como pena, y deseo tener de una vez la habilidad para retener recuerdos en mi cabeza, para prestar atención a los detalles, y acordarme de las despedidas, de las palabras, de los roces que repercuten en forma de onda en mi pecho, para tratar de entender el por qué lógico de verdades por mí percibidas como vacíos injustos de mi historial. O simplemente, pasó la vieja, y es lo que no se puede ordenar racionalmente ni poner en probetas y luego en categorías, simplemente, es algo que me atrapa como caminar en sentido contrario por el cauce de un río bastante frio y natural para la artificialidad de mi metacognición, pensamientos complejos y sentimientos en forma de fractal que a cada detalle se torna más delicado y morboso a tal punto de no poder mirar de frente a mi atrás. Estos pensamientos gaseosos en expansión son lo que soñaré y nuevamente no recordaré al día siguiente, quizá respuestas que acierten contra mis preguntas mal hechas, quizá la verdad levante su velo frente a mis ojos enamorados del pasado, y me bese y me capture en fotografías, denunciando mi rostro desconcertado, y ahí me veré luego, en un futuro sueño reflexivo acerca del hoy, ridiculizado por un rompecabezas de arena que trasciende tantas dimensiones y cuyo impacto en mi hipotálamo me fuerce a caminar pensando en cada paso que doy, de manera inmediata e instantánea, dudando nuevamente de cada acción y persona que raja mi campo visual - me llenaré de desconfianza, para no meter la pata, para cuestionarme de nuevo pero desde una postura nihilista, donde ya, ya, ya nada, ya no, ya era, y yo no era pero ya soy. 

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