A la rechucha - Dijo abandonando su cuerpo inerte. Y voló por los pasillos de su casa.
Se encontró con gente que no veía desde la lejana, distante y empolvada época del pico.
-Güena compadre, ¡tanto tiempo!, ¿Cómo has estado?
-Bien aquí jugando ludo con los chiquillos
-Ohh ¡Qué gusto verles!, ¿no tienen sed, hambre? ¡los invito a una chela!
-No, campeón, nosotros no tenemos hambre ni sed, ni tristeza ni nada...
De pronto palpó los límites recónditos de su guata y se dió cuenta que no tenía necesidad de nada, simplemente vivir y volver a hacerlo con el gusto de no cargar con una horrible prisión bípeda que lo amarrara a la tierra.
-Pobres humanos... no saben cuánto se mueren... deberían nacer pronto, aquí, para jugar ludo con nosotros
-Así sea güeón!!!
-Háganme un hueco para jugar también
-Dale mijo apotínguese por aquí
 
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