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noviembre 02, 2013

El Gatopato y la princesa Monilda (Maria Elena Walsh)

So... this is a cuento que leí hace mucho mucho tiempo en un texto escolar de lenguaje, cuando tenía cerca de 6 o 7 años. Me gustó tanto como otro cuento que trataba sobre una pista de autos que se rompía. Los buscaré por la vida. Por el momento, copio y pego aquí el cuento El Gatopato, de la argentina Maria Elena Walsh:

“Una vez, en el bosque de Gulubú, apareció un Gatopato.
¿Cómo era?.
Bueno, con pico de pato y cola de gato.  Con un poco de plumas y otro poco de pelo.  Y tenía cuatro patas, pero en las cuatro calzaba zapatones de pato.
¿Y cómo hablaba?.
Lunes, miércoles, viernes, decía ¡miau!
Martes, jueves y sábado decía ¡cuac!
¿Y los domingos?
Los domingos, el pobre Gatopato se quedaba turulato sin saber qué decir.

         Una mañana calurosa tuvo ganas de darse un baño y fue hasta la laguna de Gulubú.
         Toda la patería lo recibió indignada.
-¿Qué es esto?, decían los patos.  ¿Un pato con cola de gato?
Y como era lunes, contestó:  ¡miau!.
¡Imagínense!.
¿Se imaginaron?.

         Los patos se reunieron en patota y le pidieron amablemente que se marchara, porque los gatos suelen dañar a los patitos.
         Caminó hasta un rincón del bosque donde todos los gatos estaban en reunión de ronrón, al solcito.
         Y como el Gatopato los saludó diciendo:  ¡miau!, lo dejaron estar un rato con ellos, pero sin dejar de mirarlo fijamente y con desconfianza.

Help Me. I'm a gatopatou.
         El pobre Gatopato, naturalmente, se sintió muy incómodo entre gente tan distinguida.

         Muchos días pasó el Gatopato completamente turulato, llorando a cada rato, dentro de un zapato.

         Hasta que una tarde pasó por el bosque la princesa Monilda, toda vestida de organdí, lo vio llorando sin consuelo, a la sombra de un maní.


  • ¡Qué precioso Gatopato!, dijo la princesa.
  • ¿De veras te parezco lindo, princesa?, preguntó el Gatopato ilusionado.
  • ¡Precioso, ya te dije!, contestó la princesa.
  • Sin embargo aquí en el bosque nadie me quiere, se lamentó el Gatopato.
  • Si quieres, yo te puedo querer, dijo la princesa cariñosa.
  • Sí, quiero que me quieras, dijo el Gatopato, siempre que tú quieras que yo quiera que me quieras, princesa.
  • Yo sí quiero que quieras que yo te quiera, respondió la princesa.
  • ¡Qué suerte!, dijo el Gatopato.
  • Hacía años que quería tener un Gatopato en palacio, dijo la princesa.  Y lo alzó delicadamente, le hizo cariño y se lo llevó a palacio, donde el Gatopato jugó, trabajó, estudió y finalmente se casó con una sabia Gatapata.

La princesa cuidó a toda la familia Gatapatil, dándoles todos los días una rica papilla de maicena con crema chantilly.

Y todos vivieron muy felices.

Y de este modo tan grato, se acaba el cuento del “Gatopato”.

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