¡Bienvenid@ al blog MENOS visitado de internet!

Usté es el visitante numero chorromil cero uno poto

agosto 24, 2009

Cera.

El frío en una mañana de verano, entrando apenas en febrero con un sol saltando por encima de las nubes que convierten el azul eterno en un blanco grisáceo me trae nostalgia...
El olor a cera en la casa, a recién limpiado, al baño con cloro y las plantas recién regadas y sonrientes. Yo esperando ansiosamente la llegada de mi primo Luchito que me visitaría, para jugar toda la tarde por la calle con una bandera del "NO", sin saber los rumores que luego correrían entre todas las vecinas fachas del sector.
Estas grandes sonrisas en los rostros de cada individuo en la familia, y en cada invitado, regresan en un racconto liviano en cada sonido de esta mañana... Pienso con dolor en la época en que mi familia, ¡Sí era una familia!. Cuando en los atardeceres yo impacientemente esperaba la llegada de mi Papá, con su chaleco multicolor y su bolso cargado lleno de trabajo y misterio electrónico. En el aroma ya perdido a la oncesita en familia, a reunión especialmente para los cuatro personajes principales que éramos... conversación rápida y seguida, sin silencios, sonrisa en mi rostro y risas de mi hermana comiendo un pan con chancho. Esa, era la época de noticias, del televisor nuevo (con de Pé a Pá, Viva el Lunes y Cuentos de la Cripta), del pasto que cada día era más verde y era cortado cada cierto tiempo para mantener ese aire a humedad rica y chanchitos de tierra haciéndose bolita... los domingos de misa, de canciones inventadas por mi papá, con su guitarra... la tranquilidad en el alma de mi mamá... parecía ser un descanzo eterno, como un cobijo que llegaba a los rincones de cada uno de nosotros. Era una alegría diaria, pues aún no llegaban los golpes en el corazón, ni los llantos nocturnos a escondidas bajo mis frazadas. Leche de chocolate y marraqueta crujiente con puntitos, ¡pijama todo el día!.

Hoy ya han pasado años desde la última vez que estube en los brazos de mi padre, oyendo las historias de su tío con la mano grande, que deshuesaba los pollos de modo récord. Hace mucho tiempo oí el último llanto de mi mamá, despidiéndose del aroma a cera Bravo... de las plantitas que ahora... están muertas. Atravesando los años me convierto en el huevón más sólo del planeta, de amigos lejanos y soledad incontable. Ese ambiente de unidad imperante se ha ido apolillando con cada año que pasa a duras penas arrastrándose hacia un nuevo comienzo de lo mismo. No más reuniones de Navidad en el living con olor a pan de pascua hasta la noche... no más abrazos de año nuevo a todos, es más aún, el sonido del corcho de champagne se perdió entre los ladrillos, y hoy es imposible rescatar hasta esas alegrías familiares...
Huelo y vuelvo a oler, enfriando pajaronamente mi té y el pan tostado del desayuno propio, en mi pieza, ¡No en la mesa con todas las sonrisas reunidas en una sola!... huelo y huelo y el aroma a cera rápidamente se disuelve en mi cerebro, encendiendo antorchas de memoria que lamentablemente tendrán que callar, para mantener el silencio que hoy existe...
Quisiera poder vivir en mis memorias, tal véz así podría nacer de nuevo, y desde el pecho de mi mamá tomar la mano de ambos, exigiéndoles que me lleven a caminar... donde ese olor a piso recién encerado se mantenga por siempre en cada rincón de mi vida. Y sus vidas.

No hay comentarios.: