Extrañarte.

Qué ridículo es como te busco. Por que desde que me levanto que me pongo a dar vueltas en la casa, tomo té y tengo pausas para esperar a que tu también te tomes el té en mi imaginación. Salgo al patio, cuido las plantas como si fueran para ti, creo que estás a mis espaldas mirando, miro hacia el oeste buscándote por entre los cerros lejanos, y no estás. Me entro a la casa de nuevo, me pongo a pintar... es algo que mata el tiempo, relaja y pronto me doy cuenta que el día transcurrió casi a su mitad. Almuerzo. Me paro, escucho música, te recuerdo, me paro nuevamente y te busco en la casa. Te busco en mi cama, en tu ropa, en mi mundo nostálgico al cerrar mis párpados e imaginarte cerca mío. Prendo el net, pongo más música, música, música relajada como mi respiración, y te busco en mis archivos, te busco estúpidamente como si en el ciberespacio pudiese besarte como hace unos días atrás. No, no hay nada, hay silencio, y tu voz se desliza en un lugar muy lejano a mi atención. No hay nada, para mí, no hay nada aún, mientras sea este joven cansado de vivir aquí, mientras no me vaya de aquí. Habitas en el lugar de los sueños, en un paraíso muy lejano de mi bosque de concreto. Mi ángel camina sola, sin que mi mano pueda alcanzar la suya. Te busco, ángel de mi vida, te busco para no encontrarte, para tener que esperar a una fecha que se ve tan lejana como un siglo entero. Cómo quisiera que todo en mi habitación, huela a tí...