Qué no daría por exterminar mi cuerpo, y convertirme en un trozo de viento, para observar sin sospecha los rincones del mundo. Para ver aquella dulce silueta Morfeana mientras escribo, sin interrupción alguna que atormente mi concentración.
Qué no daría, por eliminar de mi cuerpo todo rastro de existencia física para ser aún más frágil que una delicada voz que susurre enmudecidas epístolas al mundo.
Y ser completamente impercibible... por cinco minutos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario